Hoy que muchos pacientes optan por los implantes dentales a la hora de subsanar las carencias de su boca, debemos tener en cuenta un factor fundamental al que quizá no se presta la debida atención. Y es que los implantes corren los mismos riesgos que nuestros dientes naturales. Por ello, si un paciente sufre o ha sufrido periodontitis o gingivitis y no se trata, al igual que sus dientes, sus implantes también se verán afectados.
Por ejemplo, si una persona padece periodontitis sin tratar, las bacterias que infectan sus dientes pueden llegar a infectar de igual modo los implantes dentales, dañándolos y afectando al hueso y la encía que los rodea en un proceso que se denomina periimplantitis. Esta enfermedad consiste en una infección de los tejidos circundantes al diente (hueso y encía) que compromete la integridad del implante poniendo en riesgo su supervivencia.
Por todo ello, si una persona padece periodontitis u otra enfermedad periodontal, puede ponerse implantes siempre y cuando haya tratado previamente la dolencia. Una vez estabilizada ésta, podemos proceder a la colocación de los implantes y contar con las mismas tasas de éxito que una persona sin la enfermedad. Aún así, debemos tener en cuenta que las enfermedades periodontales suelen ser crónicas por lo que es fundamental que el paciente se someta a revisiones periódicas y mantenga una higiene dental óptima. En el caso extremo de una persona que ha perdido sus dientes naturales por falta de higiene y cuidado, resulta obvio esperar que sus implantes corran la misma suerte.
Para finalizar, debemos reafirmar que los implantes dentales son la mejor y más efectiva solución a la hora de reponer las piezas perdidas, aunque es de vital importancia cepillarlos, utilizar el hilo y proporcionarles los mismos cuidados que a nuestros dientes. De este modo evitaremos futuros problemas.