Una correcta higiene dental debe comenzar desde las edades más tempranas, ya no solo para proteger la dentición de los más pequeños sino también para acostumbrarlos al hábito de cuidar sus dientes y poder así conservarlos durante toda la vida.
Es importante empezar estas prácticas ya desde recién nacidos, antes incluso de que empiecen a asomar las primeras piezas. Para ello utilizaremos una gasa de algodón empapada en agua potable y así podremos limpiar la boca de nuestro bebé eliminando posibles restos. Y a partir de ahí ya podemos empezar a hablar del tema que nos atañe hoy; el flúor.
El flúor es uno de los productos más eficaces y seguros para prevenir las caries en niños y adultos ya que protege los dientes al hacerlos más fuertes y resistentes al ácido que tiende a desgastarlos.
Pero, ¿es recomendable el uso de flúor para los más pequeños?
Bien, para empezar debemos saber que hasta los 2 años de edad lo mejor es introducir el cepillo sin pasta y solo utilizar pasta con flúor si el bebé ha aprendido a escupirla ya que no queremos que se la trague. Más adelante, entre los 2 y los 6 años, la dosis de flúor recomendada es la de las pastas dentales que contienen 1.000 ppm (partes por millón) ya que una menor concentración ha demostrado no tener un efecto anti caries. Utilizaremos el tamaño de un guisante y lo haremos bajo la supervisión de un adulto para minimizar el riesgo de ingestión. Cuando los niños sean ya mayores, entre los 6 y los 12 años, elegiremos dentífricos que contengan 1.450 ppm de flúor aplicando 1 o 2 centímetros de cantidad.
Estas son las dosis y las fórmulas indicadas para una correcta higiene bucal durante la infancia. No obstante, muchas personas, dependiendo de su riesgo de caries, necesitan un aporte extra de flúor. Y lo mejor para conseguir este aporte son los barnices aplicados en la clínica dental trimestralmente.